La reciente aparición de palometas en las costas rosarinas del Río Paraná hace volver la mirada al mundo que habita bajo sus aguas. Según cuenta la investigadora Silvia Arranz del IBR-CONICET, se calcula que el Paraná cobija en esta región más de 200 especies de peces, aunque aún no se sabe su número exacto ya que no todas han sido caracterizadas en profundidad. Por esta razón, un grupo del IBR liderado por Arranz impulsa desde la Plataforma de Biotecnología Acuática líneas de investigación destinadas a identificar las especies locales y a conocer la diversidad de sus poblaciones utilizando marcadores moleculares.
El equipo de investigación participa de un proyecto internacional denominado iBOL (International Barcode of Life) cuyo objetivo es identificar a todas las especies de animales, vegetales y hongos del mundo mediante un código de barras genético y localizarlos geográficamente. En este marco, Arranz junto a su grupo ya ha logrado catalogar 80 especies de peces del Paraná Inferior que actualmente forman parte de la base de datos mundial.
Para poder identificar a un especimen es suficiente con obtener su ADN a partir de una pequeña porción de tejido y secuenciar una región de uno de sus genes. “En el caso de los animales, la secuencia de ADN corresponde a un gen mitocondrial y constituye un código de barras de la especie que es único”, señala la investigadora y agrega “si uno obtiene el ADN de un individuo y analiza esa secuencia puede saber de qué especie se trata utilizando la biblioteca de secuencias de referencia generada”. Arranz sostiene que “este código de barras ayuda a la taxonomía [la ciencia que tradicionalmente se ocupa de clasificar la diversidad biológica] en la clasificación de individuos con morfologías similares”.
De esta forma, con la participación de científicos en distintas partes del planeta, se está confeccionando un mapa mundial de las especies. “La base de datos es accesible online entonces se puede rastrear si la especie que uno identificó se corresponde con las informadas en otras regiones del mundo y ver qué similitud genética existe, si hay variabilidad o no entre las poblaciones”, afirma Arranz.
Por otro lado, la investigadora resalta las posibilidades que el código de barras da en términos de trazabilidad ya que sólo con una pequeña muestra del individuo puede saberse de qué especie se trata. “Por ejemplo, en Estados Unidos, se hicieron estudios del contenido de los saquitos de té. Es difícil saber lo que hay en ellos por el tamaño de sus partículas, pero con estudios de Barcoding se pudo ver que contenían no sólo té, sino también otros vegetales”, ilustra la investigadora.
Para poder participar del proyecto iBOL, los investigadores trabajan en colaboración con el Museo Provincial de Ciencias Naturales Ángel Gallardo, ya que los ejemplares que se utilizan para el estudio deben ser conservados en una colección de modo que estén disponibles en caso de que otros científicos deseen hacer nuevos análisis.
La genética de los peces nativos
El equipo de la Plataforma de Biotecnología Acuática trabaja a escala genómica en especies nativas utilizadas para cultivo comercial como pacú, surubí, boga y pejerrey a partir del estudio de marcadores moleculares. “Los marcadores moleculares son secuencias en el ADN que varían de un individuo a otro y permiten diferenciarlos mediante esos pequeños cambios”, explica el doctor Andrés Sciara, miembro del grupo de investigación.
Los marcadores permiten hacer análisis de filiación y detectar parentesco de dos peces o si dos familias tienen relación entre sí. “Cuando se cultivan peces es importante no cruzar individuos emparentados, ya que eso produce mortandad de crías trayendo pérdidas económicas”, indica Arranz.
“Los marcadores son herramientas que sirven tanto para la producción como para la conservación”, subraya la investigadora. En este último sentido, los marcadores permiten observar la variabilidad genética que tiene una población que es lo que le da la posibilidad de adaptarse a los cambios del ambiente y subsistir, y que es, también, un indicador del impacto de la sobrepesca y la polución sobre ella.
El doctor Sciara cuenta que además existen marcadores moleculares que “sirven para hacer selección genética para características de interés en la piscicultura”. Mediante asociaciones estadísticas se puede conocer si un determinado marcador está relacionado con cierta característica del animal, por ejemplo: el peso, la longitud o la resistencia a una enfermedad. Puntualmente, Sciara se dedica al estudio de marcadores moleculares asociados a caracteres como el crecimiento y la tolerancia a bajas temperaturas que son de interés para el cultivo intensivo de peces nativos.
Actualmente, el grupo de investigación trabaja junto al Gobierno de la Provincia de Santa Fe y del Clúster Acuícola del Nordeste transfiriendo los conocimientos obtenidos en el laboratorio al sector productivo. Además, los investigadores participan de la creación del “Acuario del Río Paraná”, un proyecto destinado a abordar la riqueza de su ecosistema desde el punto de vista científico, tecnológico y educativo.
Grupo de investigación de la Plataforma de Biotecnología Acuática
Directora: Silvia Arranz
Investigadores: Dario Krapf, Andrés Sciara
Becaria post-doctoral: Vanina Villanova
Becarios doctorales: Ignacio Simó, Juan Diaz, Enrique Morales, Florencia Folledo
Tesinistas: Mariano Fagiani, Paula Maidagan, Victoria Posner
FUENTE:
CCT Rosario http://www.rosario-conicet.gov.ar/noticias2.php?id=300