Un grupo de investigadores del IBR estudia como estas pequeñas moléculas podrían mejorar las características de las plantas. Aumentar el rendimiento del campo, producir plantas más grandes y con mayor tolerancia a la sequía es el objetivo del equipo de investigación que dirige Javier Palatnik, investigador independiente del CONICET en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (CONICET-UNR).
Para ello estudian el funcionamiento de ARNs pequeños: porciones de información genética que intervienen en las etapas de síntesis de proteínas y determinan cuáles son los genes que se expresarán en ella y cuáles no. Hacer una planta que tenga mayor biomasa, es decir que tenga mayor cantidad de células, se traduce en vegetales de mayor rendimiento en el campo, comenta el investigador.
Además explica que “entender cómo se originan y actúan los microARN es vital para poder tener una comprensión integral de cómo se regula el crecimiento y el desarrollo de las plantas, así como su ajuste al ambiente. Se supone que si una planta es mas grande y más saludable te va a dar más semillas. No siempre es así pero es un camino para llegar a ello”.
“El funcionamiento de los microARN es esencial para que exista la vida, al menos en organismos multicelulares”, dice Palatnik y expone que la investigación apunta a estudiar como estas moléculas controlan la división celular, ya que si uno puede manipular este proceso el resultado son plantas mas grandes, que produzcan más semillas o que sean mas tolerantes a la sequía.
Los microARN, dice Palatnik, regulan además otros procesos biológicos, como los momentos en que la misma florece, el tamaño, la forma de las hojas y participan además en la respuesta a situaciones de déficit de nutrientes.
La investigación del grupo sobre el descubrimiento de microARN en plantas fue publicado en el journal Genome Research y los datos aportados permitieron a los investigadores tender un puente desde la ciencia básica a la ciencia aplicada.
“Poder generar plantas de estas características puede tener otras posibles aplicaciones como biocombustibles. Si uno parte de mayor cantidad de masa de planta, entonces obtiene un mayor rendimiento”, indica Palatnik.
La especie que utilizan para estas investigaciones es la Arabidopsis thaliana, es una planta herbácea de pequeño tamaño y ciclo anual. Su apelativo thaliana, es en homenaje a Johannes Thal quien, en el siglo XVI, hizo su descripción botánica. Carece de interés comercial. Aún así, desde hace unos años, ha despertado la atención y el interés de la comunidad científica. Miles de investigadores, cada día, trabajan en ella. En el año 2000 se obtuvo la secuencia de su genoma, siendo el primer genoma de planta secuenciado.
Pese a que, en su ambiente natural, no es sino una hierba como tantas otras, ha logrado, en los laboratorios, situarse delante de otros modelos de investigación como el tomate o el maíz. Arabidopsis thaliana crece rápidamente y facilita el trabajo de los investigadores en el laboratorio.
“Ahora, el siguiente paso, es evaluar lo que nosotros vimos a escala de laboratorio, trasladándolo a otros tipos de plantas de interés agronómico. Y tenemos confianza que así va a ser demostrado”, concluye el investigador.