Los plasmalógenos son un tipo especial de lípido que se encuentran en las membranas de nuestras células. Estos lípidos ayudan a mantener la fluidez de las membranas y son importantes para procesos como la señalización celular y la respuesta inflamatoria. También están relacionados con la salud: niveles bajos de plasmalógenos se han vinculado a enfermedades como Alzheimer y Parkinson.
Algo curioso y que interesa a nuestro grupo de investigación liderado por Antonio Uttaro en IBR es que la capacidad de las células para fabricar estos lípidos parece haber surgido varias veces a lo largo de la evolución, ya que tienen una distribución muy inusual en los distintos grupos de seres vivos.
Se sabe que evolucionó primero en bacterias anaerobias (que viven sin oxígeno), pero no persistió en las bacterias que aparecieron después del aumento de oxígeno en la atmósfera temprana de la Tierra (a éstas se las llama bacterias aerobias, porque utilizan el oxígeno para vivir). Sin embargo, están presentes en algunos protozoarios y en los animales, pero no así en plantas y hongos. Esto plantea preguntas interesantes sobre cómo y por qué se desarrolló esta capacidad en diferentes grupos de seres vivos.
Buscando algunas respuestas, el equipo de IBR encontró plasmalógenos en Capsaspora owczarzaki, un protozoario unicelular que es pariente cercano de los animales.
Realizando análisis filogenéticos de una enzima fundamental para la síntesis de estos lípidos encontraron que la capacidad de fabricar plasmalógenos está restringida a pocos grupos evolutivos en la naturaleza, y probablemente sean consecuencia de eventos de adquisición independientes.
Este hallazgo no solo amplía nuestro conocimiento sobre los plasmalógenos, sino que también abre nuevas vías para entender su papel en la evolución de la multicelularidad.
Felicitamos a los autores de este trabajo: Joaquín Costa, Matías Gabrielli, Silvia Altabe y Antonio Uttaro!