Ya se encuentra en funcionamiento el laboratorio de bioseguridad nivel 3 (BSL3) en el edificio del IBR. El mismo se encuentra ubicado en el subsuelo del edificio del IBR ubicado en el predio del CCT-Rosario.
Es el primer laboratorio con este nivel de complejidad en la zona de Rosario y en la provincia de Santa Fe.
La inversión total fue de prácticamente medio millón de dólares. La mayor parte fue financiada por proyectos subsidiados a los investigadores –el National Institute of Health de Estados Unidos, la Fundación Bunge y Born y por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica- aunque también sobre el final hubo un importante aporte de CONICET y de la Cámara de Diputados de la provincia de Santa Fe.
El proyecto comenzó en el año 2012 por parte de los doctores Hugo Gramajo y Gabriela Gago, cuando el IBR se mudó al nuevo edificio. El mismo surgió como una necesidad con el objetivo de profundizar sus estudios relacionados con la tuberculosis. Para esto, era necesario trabajar con la bacteria responsable de la enfermedad, Mycobacterium tuberculosis, que por ser una bacteria patógena requiere de un laboratorio que permita su manipulación de forma segura para los científicos y para el medio ambiente.
El laboratorio será utilizado inicialmente por los proyectos que dirigen los doctores Gramajo y Gago, que involucran el uso del patógeno Mycobacterium tuberculosis, pero se espera que la disponibilidad de este laboratorio permita incorporar nuevas líneas de trabajo al IBR que hasta ahora venían siendo postergadas.
Este laboratorio de bioseguridad posee características edilicias particulares como por ejempo un sistema de aire altamente monitoreado, que permite que en el interior del laboratorio haya siempre presión de aire negativa, es decir que al abrir una puerta el aire siempre ingresa hacia adentro del laboratorio y de esta manera se impide el escape de agentes infecciosos, en caso de eventual accidente.
Además, el aire que sale del laboratorio es filtrado a través de filtros HEPA, con el objetivo de impedir que, en caso de producirse una fuga en alguna de las áreas, ésta no pueda traspasar al exterior del edificio. Las puertas son herméticas, asegurando que el espacio de laboratorio sea un espacio biocontenido. El laboratorio cuenta además con un autoclave de frontera, que permite esterilizar y así asegurar el descarte seguro del material contaminado.
Las medidas de seguridad del laboratorio se complementan con un buen uso del laboratorio así como también con una protección adecuada de los usuarios. El ingreso al laboratorio está restringido mediante el acceso con huella dactilar sólo al personal entrenado y capacitado.
Asimismo, los usuarios deben vestirse con la ropa protectiva en la antesala: mameluco de Tyvek, cubre zapatos, guantes especiales y barbijos. Dentro del espacio de laboratorio, los patógenos sólo pueden ser manipulados dentro de la cabina de seguridad biológica.