El sábado 26 de septiembre el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario, contó con más de 250 visitantes.
El IBR recibió masivamente a público de todas las edades para compartir saberes y experiencias con toda la comunidad rosarina. La propuesta es acercar a chicos y grandes los conceptos con los que trabajan diariamente los investigadores en sus diferentes áreas, en el marco de una Institución referente en investigación en ciencias biológicas, por su historia y el potencial de su presente.
En esta Jornada Abierta a la comunidad, el hall del Instituto comenzó a poblarse de caras inquietas y expectantes que, luego, al desplazarse por los pasillos hacia el auditorio, observaron el trabajo en los diferentes laboratorios del primer y segundo piso, como también el subsuelo.
En el auditorio asistieron a una charla de bienvenida a la jornada, brindada por 6 investigadores por turnos, presentando el trabajo científico en un marco institucional. Todo como preámbulo a las visitas guiadas por los 10 laboratorios, el acuario y la sala de microscopia que los jóvenes investigadores del Instituto habían preparado para los participantes.
El Día de Puertas Abiertas también tuvo un espacio para los más pequeños. Junto a la marioneta del científico Amadeo, los niños armaron un modelo con moléculas de ADN usando golosinas, rompecabezas de peces y proteínas, colorearon dibujos de células y hasta hicieron observaciones en el microscopio.
Como despedida, 3 investigadores brindaron entretenidas charlas de divulgación entre ellas:
- “La Biotecnología y las Moléculas de la vida”, dictada por Alejandro Vila, director del Instituto.
- “Cómo estudiamos al parásito de la enfermedad de Chagas”, por Julia Cricco, quien lidera la investigación en Transporte y metabolismo de hemo en Trypanosoma cruzi.
- “Sobre microorganismos del queso y como desarrollar nuevas vacunas”, dictada por Christian Magni, jefe del laboratorio de Fisiología y Genética de Bacterias Lácticas.
Sólo quienes tuvieron la posibilidad de vivir la experiencia reconocen en la conexión entre público y oradores, el verdadero sentido de la comunicación de la ciencia: adolescentes dispuestos a dejarse sorprender, investigadores apasionados por su tarea, abiertos a responder todo lo que se les pregunte.
“Los investigadores vivimos haciéndonos preguntas y buscando nuevas respuestas”, se escuchó una y otra vez; y los chicos hicieron honor a su espíritu inquieto y formularon preguntas e ingeniosas ideas.